La propuesta artística del señor Waters resulta muy impactante, manda un mensaje a nuestro interior, toca la fibra y produce reacciones sorprendentes. Roger Waters, y, por defecto, Pink Floyd, es uno de esos pocos músicos que, desde la primera nota, nos llevan directamente a otras dimensiones.
El setlist estuvo marcado como no por la discografía de Pink Floyd, solo cuatro temas de su último trabajo se envolvían en el aura Floydiana que arropaba el WiZink Center Madrileño.
Proyecciones, cerdos volando, estructuras imposibles representando la portada de mi disco favorito ANIMALS y un sin fin de guiños a los políticos actuales, marcaron el devenir del concierto. Todo lo que esperábamos en el universo Waters fue surgiendo paulatinamente, sin darnos apenas cuenta que el tiempo corría en nuestra contra.
La actuación estuvo demasiado politizada para mi gusto. Si uno no está del todo de acuerdo con sus ideas políticas, debería saber cómo aparcarlas y disfrutar, no solamente de uno de los mejores espectáculos de la historia del rock, sino de algunos de los temas imperecederos de este género. Composiciones que seguirán existiendo mucho más allá de nuestras vidas.
Es la tercera vez que veo a Roger Waters y me temo que la última, los tres conciertos fueron increíbles, pero me quedo con THE WALL.
F&A
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